Cualquier ser humano, por el mero hecho de serlo, tiene una serie de derechos que en ocasiones se nos olvidan. ¿Qué derechos son estos?
Derecho a experimentar y expresar tus propios sentimientos, y a no permitir que nada ni nadie te haga callar o sentir que aquello que piensas o sientes no es válido o adecuado.
Derecho a rechazar peticiones sin tener que sentirte culpable o egoísta, a no tener que justificarte por decir NO, a no sentir que le debes nada a nadie.
Derecho a cambiar de opinión, a no pensar mañana lo mismo que hoy, a no querer lo mismo, a cambiar.
Derecho a pedir lo que quieres (aunque la otra persona tenga derecho a decir que no), y derecho a no sentirte culpable. Derecho a hacer menos de lo que humanamente eres capaz de hacer, y no pasa nada.
Derecho a ser independiente, a vivir tu vida, a tener tu espacio personal, a hacer tus planes sin necesidad de dar explicaciones.
Derecho a decidir qué hacer con tu propio cuerpo, con tu tiempo y con tu propiedad.
Derecho a cometer errores, a equivocarte y rectificar, a hacerte responsable de ellos y a asumir las consecuencias.
Derecho a sentirte a gusto contigo mismo, sin importar lo que otros piensen, digan o expresen.
Derecho a tener tus propias necesidades y que esas necesidades sean tan o más importantes que las de los demás.
Derecho a estar solo cuando así lo escojas, sin necesidad de dar explicaciones o sentirte obligado a estar acompañado.
Derecho a decidir si satisfaces las expectativas de otra persona, o si por el contrario, te comportas en función de tus intereses.
Tienes derecho a vivir acorde a tus ideales, según lo que te cause felicidad, a tener tu opinión aunque vaya en contra de la mayoría, a seguir tus impulsos o a seguir a tu razón. A tropezar, a levantarte y a volverte a caer.
Tienes derecho a vivir tu vida.