La vitamina D, más conocida como la vitamina del sol, es un compuesto imprescindible para mantener una correcta salud ósea, ya que promueve una mayor absorción del calcio de los alimentos en nuestro intestino. Pero además, esta no es ni de lejos su única función en el organismo, la vitamina D actúa en nuestro cuerpo como una hormona, regulando por ello multitud de funciones, actualmente se sabe que también es necesaria para mantener en buen estado nuestro sistema inmunitario y cardiovascular.
A pesar de su vital importancia, resulta que una gran parte de la población presenta déficit, incluso en los países soleados, como puede ser el nuestro, no estamos libres de tener niveles bajos de esta vitamina, repercutiendo en nuestra salud general y en la de nuestros huesos.
¿CÓMO CONSEGUIR LA VITAMINA D?
El motivo por el cual conocemos a la vitamina D como la “vitamina del sol” es porque su principal vía de síntesis en nuestro organismo es a través de la exposición solar, alrededor del 90% de la vitamina D la conseguimos de este modo, mientras que solamente el otro 10% viene a través de nuestra alimentación.
Las fuentes dietéticas de vitamina D son principalmente: el huevo, los pescados azules y los aceites de pescado, las setas expuestas al sol, las vísceras, los lácteos enteros y los alimentos fortificados con esta vitamina. Tenemos que destacar que aunque consumamos estos alimentos de forma habitual, lo ideal para asegurar una buena síntesis es exponer nuestra piel al sol de forma segura, a mayor cantidad de piel expuesta antes se alcanzarán los requerimientos diarios, esto explica por qué en invierno es más probable que presentemos deficiencias, por un lado, tenemos menos horas de sol, y esto debemos añadirle que vamos mucho más tapados, impidiendo que los rayos ultravioleta entren en contacto con nuestra piel. Aun así no debemos confiarnos, y pensar que en los meses con más sol no vamos a tener problemas, ya que si en verano continuamos pasando la mayor parte de nuestro día bajo techo, seguiremos corriendo el riesgo de presentar deficiencias.
Para estar seguros de que cubrimos nuestros requerimientos debemos exponernos al sol con responsabilidad a lo largo del año y además, consumir alimentos ricos en esta vitamina (especialmente en los meses de invierno). La práctica de deporte al aire libre o salir a dar paseos son buenas formas de conseguir la dosis necesaria de vitamina D y además te ayudarán a mantenerte en forma y mejorar tu salud.
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